La bota ortopédica es un dispositivo médico utilizado para proteger y estabilizar el pie o el tobillo tras una lesión. Su tiempo de uso depende de la gravedad de la lesión y de las indicaciones del profesional sanitario. Conocer cuándo y cuánto tiempo usarla ayuda a evitar complicaciones y a optimizar la recuperación.

Las fracturas o traumatismos del maléolo suelen requerir inmovilización. La bota se lleva generalmente entre 4 y 6 semanas, según la gravedad de la fractura y el tiempo de consolidación ósea. Durante este período, es importante limitar la carga sobre el pie, seguir las indicaciones médicas y realizar controles para ajustar la duración si es necesario.
Para las fracturas metatarsianas, la estabilización del pie es esencial. Se recomienda llevar la bota de marcha durante 3 a 6 semanas, permitiendo que los huesos se consoliden correctamente. La duración se ajusta según la localización exacta de la fractura y la evaluación clínica. Se pueden introducir progresivamente ejercicios de movilización suave tras autorización médica.
Según la gravedad y el tipo de fractura, la bota de marcha se suele llevar entre 4 y 8 semanas. Es fundamental seguir las recomendaciones médicas y realizar radiografías de control para ajustar la duración. La bota protege eficazmente la zona fracturada mientras permite movilidad parcial, ayudando a prevenir rigidez y manteniendo la circulación sanguínea. Algunas botas ortopédicas, como las de INDESmed, ofrecen soporte estable y cómodo a la vez que ligero, facilitando la recuperación progresiva del paciente.
Los esguinces de tobillo, según su gravedad, requieren diferentes niveles de soporte. Para un esguince leve, la bota puede llevarse 1 a 2 semanas, mientras que un esguince más grave puede necesitar 3 a 4 semanas. Es importante combinar el uso de la bota con reposo, aplicación de hielo y, cuando sea posible, ejercicios de fortalecimiento y propiocepción.
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